Predicciones 2013
Política
Marzo, líder apaga su estrella, enfermedad y muerte deja en su pueblo tristeza y alegría.
El Nilo se tiñe de rojo, antes de junio llegan a acuerdo, si no lo hacen, septiembre y octubre meses de oscuridad.
Las naciones se unen y gritan a una sola voz, no somos Dios; febrero el mes de la paz entre norte y sur.
Mayo, la estrella en la luna fortalece su poderío, e inicia hostilidad con occidente.
Farándula
Figura mítica deja de existir en Julio, los niños no dejan de llorar, gran conmoción deja a su partida.
Los reyes de la isla anuncian a su primogénita... divorcio para los duques de la península
De raza negra la cantante más exitosa del 2013
Reality show termina en oscuridad... si se concreta para el mes de junio, debe concretarse para septiembre.
Oscar para el presidente, la industria gana película.
Deportes
México fútbol, gana copas, brasil confederaciones, de las aves y los rugidos sale campeón de verano. de la cruz y las rayas sale campeón invierno. Monterrey gana concachampions.
Enfermedad para boxeasor, retiro inminente.
Inglaterra gana copa europea, España envuelta en escándalos para mediados de año.
Verde y amarillo contra Acero y estrellas en americano.
Trece sacudidas de tierra para el mundo, Octubre el mes más dificil, la isla se sacude tremendamente. las aguas se estremeceran para abril. Infierno en la tierra para países fríos, invierno prolongado.
Firma de paz para oriente y occidente para Mayo.
Canción de amor para los pueblos oprimidos.
Octubre mes de cambio de pensamiento ante tragedia... alto a las armas.
Niño roba corazones del mundo.
Amor mejor arma para todo.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
jueves, 13 de diciembre de 2012
Mi visita a la Morenita
Hoy me levanté temprano, aún con mucho sueño, pero dentro de mí había algo que hacía que por extraña razón, no me sintiera raro, y cómo estarlo si iba a ir a visitarte, como cada año, como cada doce de diciembre.
Me alisté y me fui a tu santuario, yendo en el automóvil y viendo las luces de varias casas que estaban encendidas, vinieron a mi memoria esos días de niño, esos días en los que mi abuela me tomaba de la mano ante la posibilidad de perderme entre tanta gente, y más porque me quedaba hipnotizado viendo los caramelos, los dulces, las señoras preparando las comidas en sus puestos, esas tortas de pierna con chile colorado, que desbordaban carne; “puras mentiras mijo, adentro no traen nada” oía a mi abuela al verme contemplar la comida…
Llegamos, dentro de mí, sentía como mis entrañas comenzaban a arder, a la altura de mi pecho un sentimiento de miedo crecía, no me lo podía explicar, aún y a mis casi tres décadas de vida, no logro explicarlo.
Poco a poco mis pasos me dirigían a tu atrio, a tu morada, al entrar me santigüé y percibí el olor de las flores que inundaban tu altar, me dirigí a alguna de las bancas, o a la que viera sola, tanta gente, tantas personas, cada una con un sentimiento, cada una con un agradecimiento, cada una con una petición, yo aún no podía verte, logré sentarme, y de inmediato me hinqué, cerré mis ojos y comencé a rezar, de pronto una voz a mi espalda hizo que la sensación que traía explotara dentro de mi…
“Gracias Dios mío, gracias Virgencita por todo lo que nos das, gracias por permitirme estar un año más aquí”; era la voz de una señora de edad avanzada, tan dulce, tan entrada en años, tan suave, con el cansancio en sus palabras, con la vida recorrida… y los recuerdos de mis abuelas vinieron a mi mente…
Con el paso de los años he de confesar que mi fe se ha ido perdiendo, tantas cosas, tanta violencia, el ver como la gente se ha vuelto fría, inmune al dolor de los demás, cómo se burla de la desgracia de otros. Sin embargo mis abuelas siempre mantuvieron la fe, agradezco a Dios que ellas ya no vieron tanta violencia. Mi abuela materna era la que me llevaba a ver a la morenita del Tepeyac, siempre consciente de que haría de mi un buen hombre (bueno, lo más posible)… Y después de un año tan difícil como este, verdaderamente mi fe estaba muy quebrada… y de pronto la voz hizo que en mi interior volvieran los recuerdos y la verdadera razón de ir a visitarla.
Aún sigo sin comprender por qué esta sensación, no podía verte, la vergüenza y la pena de mirarte a los ojos hacía que me viera en la necesidad de esquivarte, sin embargo mis mejillas ya recogían las lágrimas que de mis ojos brotaban, y de pronto tomé fuerzas y volteé a verte, y al mirar tus ojos un calor suave, de ternura, dulce, como el que solo una madre puede tener hicieron que me desbaratara, ya no podía más, mis ojos no dejaban de sacar lágrimas y no podía explicármelo. Las secaba pero a los pocos segundos más lágrimas rodaban.
No podía emitir palabras, no me salían, así que cerré mis ojos y te agradecí por interceder ante Nuestro Señor y darme vida, y te pedí antes que por mí, por los demás, por aquellos que sufren, por aquellos que pasan más dificultades que las que estoy pasando yo, y por mi familia. Mis ojos estaban cerrados fuertemente, para cuando los volví a abrir, tu morada ya estaba llena. Te agradecí y tomé asiento, me sentía aliviado, comencé a notar a la gente, no era el único que le había llorado, señoras, jóvenes, señores, alguno que otro adolecente también derramaban pequeñas lágrimas. De pronto noté como iba entrando un joven hincado, se notaba que lo había hecho desde el atrio, porque su cara de dolor lo delataba, pero a la vez lo hacía con esa fe que en mi se estaba recuperando, llegó, qué tan pesado debió ser el trayecto que al llegar dejó caer sus brazos para sostenerse, levantó la mirada y noté como su rostro resplandecía, te había cumplido.
Un ruido estruendoso interrumpió el trance, era la danza de matachines que entraba por la puerta principal, con sus penachos multicolores, con sus huaraches de lámina para que sus brincos se oyeran más, el tamborilero que lo hacía con más fuerza, para que todos lo escucharan, algún día sé que será un nuevo sueño cumplido, el poder entrar de igual forma bailándote morenita.
Estuve toda la hora, escuchando misa, mirando tu rostro, pidiéndote fortaleza para todo lo que tu hijo y Dios pondrán en mi camino, para poder soportarlo, a tu lado. Agradecí y me despedí con un hasta luego, pronto vendré de nuevo a verte
¡¡¡¡¡¡¡VIVA SANTA MARIA DE GUADALUPE, EMPERATRIZ DE AMERICA, PATRONA DE MEXICO!!!!!!!!!!!! COMO NO HA DE QUERER HA NUESTRO MEXICO SI HA HECHO COSAS QUE NO HIZO CON NINGUNA OTRA NACIÓN.
sábado, 24 de noviembre de 2012
Galletas "Arcoiris"
Material
Pompones rosas y blancos (dependiendo el tamaño que los quieras)
Foami de 5 mm de grosos en color carne
Silicón
Pegamento
Escarcha transparente
Mide en el Foami cuadros de 7 cm de lado (para esto necesitas pompones de 3.5 y de 1 cm), córtalos y comienza a pegar con el silicón los pompones, poniéndo en contra esquina el color, al centro pon un el pompon de 3 cm. Con una brocha pequeña unta el pegamento sobre los pompones y escarcha con la dimantina transparente, deja secar. Colócales el listón o hilo para colgar y listo!
P.D. Cuida que los niños no se las coman!
Material
Pompones rosas y blancos (dependiendo el tamaño que los quieras)
Foami de 5 mm de grosos en color carne
Silicón
Pegamento
Escarcha transparente
Mide en el Foami cuadros de 7 cm de lado (para esto necesitas pompones de 3.5 y de 1 cm), córtalos y comienza a pegar con el silicón los pompones, poniéndo en contra esquina el color, al centro pon un el pompon de 3 cm. Con una brocha pequeña unta el pegamento sobre los pompones y escarcha con la dimantina transparente, deja secar. Colócales el listón o hilo para colgar y listo!
P.D. Cuida que los niños no se las coman!
Galletas de Jengibre
Material:
Foami color canela, y pedazos de color verde limón, celeste, rosa y amarillo ocre.
Chaquira hexagonal de 5 mm en colores azul, verde, rojo y morado
Listón de 1.5 cm de ancho con motivo navideño
Pegamento con diamantina
Copia el patrón en el foami color canela, dependiedo de cuantos vas a realizar, te recomiendo que si vas a hacer muchos, compres el pliego del foami. Corta las figuras y por el lado opuesto, has ondas con el pegamento diamantado para formar la cabeza, los brazos y los pies, deja secar. Una vez secos, pega las chaquiras en el tronco de la galleta, para simular los botones. Corta en los retazos de foami, estrellas o corazones pequeños y pégalas en la parte de las piernas. Por último dibuja los ojos con un marcador o si tienes pintura textil negra puedes ponerla también y le dará volúmen. Has un pequeño moño con el listón y péga otra chaquira en el centro. Colócale el hilo para colgar y listo!
Material:
Foami color canela, y pedazos de color verde limón, celeste, rosa y amarillo ocre.
Chaquira hexagonal de 5 mm en colores azul, verde, rojo y morado
Listón de 1.5 cm de ancho con motivo navideño
Pegamento con diamantina
Copia el patrón en el foami color canela, dependiedo de cuantos vas a realizar, te recomiendo que si vas a hacer muchos, compres el pliego del foami. Corta las figuras y por el lado opuesto, has ondas con el pegamento diamantado para formar la cabeza, los brazos y los pies, deja secar. Una vez secos, pega las chaquiras en el tronco de la galleta, para simular los botones. Corta en los retazos de foami, estrellas o corazones pequeños y pégalas en la parte de las piernas. Por último dibuja los ojos con un marcador o si tienes pintura textil negra puedes ponerla también y le dará volúmen. Has un pequeño moño con el listón y péga otra chaquira en el centro. Colócale el hilo para colgar y listo!
jueves, 22 de noviembre de 2012
Paleta de foami
Material:CD's (los que ya están rayados son excelentes)
Foami (rojo, azúl, verde, naranja, amarillo, rosa. lila, morado)
Palo de madera
Silicón
Listòn
Maskin Tape
Corta tiras de foami de 1 cm de ancho, corta cinta maskin y pegalas en el centro del CD para tapar el agujero, toma dos colores de foami (que combinen) y comienza desde el centro del CD, pegando con silicón, que queden en sentido opuesto, comienza a girar el foami, pegandolo, al ser un material moldeable te lo permitira fácilmente. Toma tantas tiras hasta terminar, corta el sobrante, pega por la parte de atrás el Palito de madera (no te recomiendo el palito de brocheta porque no se ve bien), has un moño con el listón y colócalo en la base de la paleta y listo!
Pino de dulces
Este pino es uno de mis favoritos, fue una satisfacción enorme cuando lo termine de colocar, sobre todo porque me encargué de todos los adornos. Para los niños es una fantástica idea, ya que porque los dulces son y serán siempre motivo de alegría. Este pino está decorado con paletas, chupirules, caramelos (de tubos de papel para fax, jeje), galletas arcoiris y de jengibre y dulces. ¡Disfrúrtenlo!
martes, 20 de noviembre de 2012
Estrellas
Material:Foami de 1 cm de grosor
Escarha azul
Tijeras
Cuter o exacto
Pegamento
Silicón
Corta el patrón de la estrella y cópialo al foami. Córtalo en tres pedazos, dejando el centro, es preferible cortárlo con un cuter para que pueda tener más exactitud y no estropees la estrella cortándolo con las tijeras. unat pegamento y escarcha, deja secar y repite el paso por le otro lado. una vez seco, toma la parte central y la que le sigue y ponlos en perpendicularmente, pega con el silicón en la punta y en una de las bases donde se unen. Haz el mismo paso con el siguiente; pon el hilo y listo!
Copos de nieve
Material:Foami blanco (si se logra obtener de 1cm de ancho, es mejor, se puede conseguir en al tienda de manualidades enfrente de colegio civil), ya sea en hojas o en pliegos.
Escarcha blanca, plateada
Pegamento y tijeras.
Imprime los copos de nieve y en recortalos, puedes hacerlo de las formas que más fácil se te haga, buscándolos en internet. Copia los patrones en todo el foami y recórtalos. Pon pegamento en el copo de nieve y escarchalo del color deseado, deja secar y voltea y cúbrelos por el otro lado. Una vez secos ponles un cordón o un hilo y estarán listos.
De copos y estrellas
Bien, continuamos, esperando sean de utilidad estas manualidades, este pino es para cuando en la familia hay adolecentes y ya no es necesario decorarlo de forma infantil (aunque es importante no perder el espíritu), los colores los pueden escoger de cualquier combinación, por ejemplo, morado con dorado, plateado con rojo, café con dorado, rosa con verde, y en esta ocasión azúl con plateado.Obviamente el pino lo debes complementar con esferas de los colores seleccionados, en esta ocación además seleccioné esferas blancas para darle un poco de resalte a los copos de nieve.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Monos de nieve
Material:1 m de fieltro blanco (aproximadamente saldrán entre 50 y 60 monos de nieve, dependiendo el tamaño)
Retazos de fieltro (azul, celeste, rojo, verde, limón, amarillo, uva, morado)
Chaquira hexagonal de 5 mm rojas (entre dos y tres bolsas, cada una trae 100 chaquiras)
Chaquira hexagonal de 7 mm negras (1 bolsa)
Pompones de 2 cm en color naranja
Pompones de 2 cm en color blanco
Relleno delcrón o guata
Hilo en los colores del fieltro
Silicón
Corta en el fieltro blanco circulos de diez cm de diámetro (puedes apoyarte en una taza por ejemplo) o puedes imprimir un ovalo de diez cm o el círculo, eso queda a tu desición. Cose en pares los circulos y antes de cerrar rellena con el delcrón. En los retazos de fieltro corta triángulos de 15 cm de altura por 10 de base, cortando las puntas de la base, únelos cosiéndolos dejando la base sin coser, dobla la base hacia afuera para hacer el borde del sombrero.
Pega con silicón el sombrero a la cabeza del mono de nieve, a continuación pega cinco chaquiras para formar la sonrisa, dos chaquiras negras para los ojos y un pompón naranaja para la nariz. Dobla la punta del gorro hacia el borde y pegalo junto con el pompón blanco. Agrega listón o hilo para sujetarlo por la parte trasera.
NAVIDAD
Bueno, lo prometido es deuda, para mis cuatro lectores, aquí les presento algunas manualidades para navidad, recuerden que una de las ventajas de hacer tus propias decoraciones es que economizas, además que toda la familia se puede involucrar en dichas manualidades. Este pino es muy sencillo, su decoración consiste en pequeñas caras de monos de nieve y galletas de genjibre.
viernes, 26 de octubre de 2012
Guanajuato, México. Capítulo 22. La verdad.
– Nada, nada, este… –la llegada de Juan José llenó de desconcierto y sorpresa a Carmen.
– Una verdad de la cual me acabo de enterar y creo que es necesario que la sepas.
– ¡Cállate Juan!
– ¡Qué está pasando!
– Sobre la verdad de tu origen –al decir esto, Juan José quedó extrañado.
– ¡CÁLLATE JUAN! –gritó Carmen y salió corriendo de la casa de Juan, seguido de los dos hombres. Carmen llegó hasta su casa, entró corriendo gritándole a su mamá.
– ¿Qué pasa? –salió de la cocina la señora limpiándose las manos llenas de masa para tamales.
– ¡Mamá Juan, le contará la verdad, mamá, Juan José! –dijo jadeando Carmen.
– ¿De qué hablas hija, no te entiendo, qué dices?
– ¡Carmen, hermana, qué pasa! –llegó también Juan José quien venía siguiendo a su hermana mayor.
– Pasa que hay una verdad que debes saber –dijo Juan.
– ¡No, no por favor Juan, calla!
– Es cierto hijo, hay algo que debes saber –al oír esto, todos quedaron callados, al escuchar a doña Gertrudis hablar tan secamente.
– ¿Qué pasa mamá, qué es lo que sucede?
– No soy tu madre –al oír esto, Juan José abrió los ojos, y comenzó a negar con la cabeza, mientras Carmen se dejó caer sobre el sillón llorando, dejando a Juan absorto a lo que la matriarca había hecho.
– ¡Mientes mamá, cómo te atreves a decirme esto!
– Porque es la verdad, a pesar de lo que mi corazón me duele, ya no puedo callarlo, cuando era joven, tu mamá sufrió de un abuso de un hombre miserable, tu papá, quiero decir, Javier, decidió que te adoptaríamos como hijo natural.
– Pero… pero… –Juan José tenía los ojos arrasados en lágrimas, lo que había escuchado le partía el alma –¿Quién es mi mamá?
–Aquí está hijo, ella es tu mamá –respondió doña Gertrudis mientras tomaba del brazo a Carmen, quien a su vez se encontraba con la mirada al suelo, llorando.
– ¡No, no, NO!, ¡TÚ NO PUEDES SER MI MAMÁ!, ¡NO! –gritó Juan José y salió corriendo de la casa.
– ¡Juan José! –salió detrás Carmen, pero es eso se detuvo al ver que doña Gertrudis se derrumbaba en el sillón, la verdad la había hecho que se desmayara.
– ¡Señora, rápido, habla a una ambulancia! – dijo Juan mientras socorría a la matriarca.
En la sala del hospital, se encontraban Carmen, Juan, Marcela y Natalia, habían trasladado a doña Gertrudis de emergencia debido a que había sufrido otro paro cardiaco.
– Le voy a pedir Juan, que se retire, su presencia aquí no es bien recibida, no después del dolor tan grande que nos ha hecho pasar a toda la familia.
– Carmen, yo no quise provocar esto, simplemente pensé que era justo que Juan José se enterara de la verdad.
– Retírese por favor, y espero no volver a verlo –insistió Carmen a lo que Juan abandonó el hospital.
– ¿Dónde está?, Marcela, ¿dónde está mamá? –llegó al nosocomio Juan José.
– Está bien Juan José, mamá está siendo revisada, no te preocupes –respondió Marcela, Juan José no miraba a Carmen quien tenía los ojos llenos las lágrimas.
– Juan José, ¿podemos hablar? –se acercó Carmen al joven.
– Yo no tengo que hablar nada con usted señora.
– Juan José qué te pasa, deja que hable contigo.
– No, y si van a insistir es mejor que me vaya y después vea a mi mamá.
– Mira niñito –Marcela tomó del brazo a Juan José y se lo llevó a un lugar separado –vas a escuchar a Carmen y vas a entender el sacrificio que fue para ella dejarte en brazos de mamá.
Juan José accedió a la petición casi obligada de Marcela, y se fue con Carmen a platicar en los alrededores del hospital, se detuvieron en un café y Carmen comenzó a platicar todo lo que había ocurrido durante su adolescencia, el abuso y cómo tuvo que acatar las órdenes de don Julio.
– Entonces, tú no querías que naciera.
– No voy a negar que por mi mente pasó la idea de que yo no quería ese hijo, era producto de una violación, pero la sensación de que un ser estaba creciendo en mi me detuvo y claro que te quise tener.
– En todo esto, ¿qué tiene que ver Juan?, acaso él…
– No, cuando conocí a Juan si me sorprendió el parecido casi idéntico que tenía con aquél hombre, y al platicar con él, me di cuenta que era su hermano. Y en eso estábamos cuando llegaste.
– ¿Quiere decir que mi papá está muerto?
– ¿Cómo lo sabes?
– Juan me platicó de su vida y pues ahora deduzco todo.
– Y… ¿qué piensas?
– No es sencillo saber que toda tu vida ha sido una mentira, pero ahora que sé la verdad intentaré comprenderla, no te aseguró que cambie nuestra relación pero al menos ya no sentiré esa necesidad de saber por qué no me parezco a ustedes.
– Está bien, no te presionaré, y al menos ahora siento que un gran peso se me ha quitado de mi vida.
– Hum –Juan José suspiró –vamos a ver a mamá, bueno a mi abuela.
– No Juan José, ella seguirá siendo tu mamá, nuestra madre, le romperías el corazón si comienzas a llamarla abuela.
– Tienes razón.
Pasaron las semanas, doña Carmen se recuperó, Juan José aceptó una beca para estudiar en Monterrey, la cual aceptó y se fue a vivir a aquella ciudad.
Juan siguió visitando a Carmen, la cual poco a poco fue sintiendo algo por el mecánico y a los pocos años se casó con él.
Marcela se casó con Pepe, mientras que Natalia y Gerardo se hicieron novios, doña Gertrudis progresó en el negocio de tamales y comenzó a tener sucursales, por lo que Carmen los administraba.
FIN
sábado, 29 de septiembre de 2012
Guanajuato, México. Capítulo 21. Sorpresas para todos.
Los días pasaron, Juan José seguía acudiendo a trabajar al taller mecánico, mientras la angustia de Carmen iba creciendo más y más. Doña Gertrudis y Marcela trataban de calmarla día a día pero Carmen no podía seguir y menos cuando Juan José comenzaba a mostrar gestos de cariño hacia Juan.
– ¡Mamá no sé qué hacer!, cada día Juan José tiene semanas que no me dirige la palabra y cada día que pasa siento que ese hombre me los está quitando.
– Pero hija, no digas eso, bien sabes que Juan José está sentido porque no querías que trabaje con ese señor, pero él te quiere.
– No mamá, no puedo más, tengo que ir a ver a Juan –dijo Carmen.
Pasaron un par de días, Carmen se armó de valor y fue a donde el taller mecánico.
– Si, dígame, dijo Juan al ver llegar a Carmen.
– Usted y yo necesitamos hablar –dijo escuetamente la mujer a lo que el mecánico se quedó pasmado.
– Si… dígame de qué… usted no es de casualidad Carmen, la hermana de Juan José.
– Si, podemos hablar en su casa… aquí no me siento a gusto.
– Claro, pase –dijo aún desconcertado Juan ante la actitud de la mujer.
– Usted y yo tenemos que hablar de algo muy grave.
– ¿En qué la puedo ayudar?
– Yo aún no puedo creer que no te acuerdes de mí –dijo Carmen mientras en su ser sentía que la sangre comenzaba a hervirle.
– Es que, la verdad no sé de qué me habla.
– Te voy a recordar. Hace veinte años nos conocimos en Puerto Vallarta… nos conocimos en la playa, nos presentó una desgraciada llamada Yadira…
– Te voy a interrumpir, yo nunca he ido a Puerto Vallarta.
– ¡Cómo puedes ser tan cínico!
– Le voy a pedir calma, en verdad no sé de qué me habla… yo nunca he viajado a la playa.
– Pero… ¡Pero que cinismo!
– Insisto, explíqueme, tal vez me confunde con Javier –al oír ese nombre, Carmen sintió en su corazón como una aguja que atravesaba su ser, todos los recuerdos de su juventud y sobre todo los de la violación volvían, al escuchar ese nombre.
– Ha… dicho… Javier –dijo con un semblante pálido.
– ¿Se siente bien, le ofrezco un vaso con agua? –dijo Juan y Carmen asintió, Juan inmediatamente fue por el vaso.
– ¿Por qué… ha mencionado ese nombre?
– Javier es mi hermano gemelo –Juan le dio el vaso con agua –bueno, lo era, él falleció hace cuatro meses.
– ¿Está muerto? –preguntó Carmen, quien aún no salía de su incredulidad.
– Si, éramos gemelos, pero muy diferentes, él se fue de la casa muy joven, como a los dieciséis años, no volvimos a saber de él como en otros quince, hasta que regresó a la casa muy enfermo, lo cuidé por los años siguientes, pero poco a poco fue empeorando hasta que murió.
– Aún no lo puedo creer –dijo Carmen un poco más calmada.
– Sé que hizo muchas cosas malas, y al ser gemelos idénticos créame que me ha traído problemas, siempre tengo que explicar que yo no soy él.
– Lo siento, siento haberlo confundido.
– Qué te parece si comenzamos a tutearnos.
– Está bien, y… quiero ofrecerte una disculpa, en verdad siento haberte confundido.
– No hay problema, pero… ahora que estás más calmada quiero saber qué es eso tan importante que querías decirme, venías encolerizada.
– Ahora que sé que no eres tú Javier, no sé si deba decírtelo.
– Qué puede ser tan grave, a estas alturas ya nada me sorprende de las cosas que hizo mi hermano.
– Está bien, te lo diré –dijo Carmen nerviosa.
Ante la sorpresa de haber encontrado a quien creía Carmen que era Javier, ésta había regresado sus recuerdos de juventud y ahora estaba por contarle a Juan toda la verdad.
– Hace veinte años a tu hermano, Javier, lo conocimos en Puerto Vallarta… y él… bueno… una noche nos encontramos en una disco de aquel entonces…
– Si no quieres hablar de ello, no lo hagas –interrumpió Juan al notar que el semblante de la mujer cambiaba y sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
– No, debo continuar… él… me violó –dijo Carmen con un la voz baja, avergonzada, sus lágrimas ya recorrían sus mejillas.
– Ese desgraciado –contestó Juan molesto.
– Pero ahora que sé que está muerto, debo confesar que ya no siento coraje hacia él, a fin de cuentas la vida se encargó de hacerle pagar el daño que me hizo.
– Lamento lo que hizo mi hermano.
– Es que, eso no es todo… tuvo consecuencias.
– ¿Consecuencias?
– Si… nueve meses después.
– Quieres decir que…
– Si, tuve un hijo –respondió Carmen ante la perplejidad de Juan.
– Espera –dijo Juan instantes después, lo que le había contado Carmen había hecho que se parar de su silla, mientras Carmen se secaba las lágrimas sentada en el sillón –José Juan tiene diecinueve años, eso quiere decir que…
– Si, José Juan es hijo de Javier.
– ¡Pero eso no puede ser! Él es tu hermano.
– No, en ese tiempo tenía apenas quince años y mi papá no permitió que tuviera en mis brazos a ese pequeño que no tenía la culpa de haber sido producto de tan espantosa situación.
– Pero…
– Si, mi papá lo registró con sus apellidos y hasta hoy él sigue pensando que es un Rivera.
– Te voy a confesar algo –dijo Juan momentos después, los dos se habían quedado callados, Juan con la incredulidad de saber que quién trabajaba para él era su sobrino y Carmen al sentirse liberada de su secreto más grande –él tiene los ojos de mamá, por eso cuando lo conocí, sentí que algo en él me recordaba a mamá y a nosotros.
– Siempre se ha preguntado por qué no se parece a nosotras y le decimos que es porque se parece a sus abuelos, al menos no estábamos tan equivocadas.
– ¡Él tiene que saber la verdad!
– ¡NO!, si te he contado esto es porque creo que era necesario que supieras la verdad pero ahora que la sabes te pido… ¡te exijo que no le digas nada!
– Pero Carmen…
– No Juan, no puedo destruirle todo lo que él ha creído que es, su mundo está hecho y no se lo puedo quitar así como así –expresó Carmen, se levantó y se dirigió a la puerta.
– ¡Quiero que sepas que te doy tres días para decirle la verdad a Juan José, de otra manera se lo diré yo! –ordenó enérgicamente Juan.
– ¿Que me diga qué? –interrumpió Juan José…
lunes, 24 de septiembre de 2012
Guanajuato, México. Capítulo 20. Nunca la verdad.
Los años pasaron para la familia Rivera, Juan José iba creciendo y Carmen poco a poco iba queriéndole más como un hermano, aunque siempre con la esperanza de un día poder contarle la verdad.
Cada quién siguió con su vida y aunque el recuerdo de Javier se había vuelto borroso en la memoria de Carmen, al encontrarlo de nueva cuenta en la fiesta, cambiaba todo su entorno, aunque seguía con la duda del por qué se lo habían presentado con el nombre de Juan y no con el nombre de Javier, o acaso también su memoria se había equivocado en el nombre.
– ¡Mamá! ¿Dónde están? –llegó gritando Juan José.
– Aquí en la cocina hijo –respondió doña Gertrudis.
– No sabes lo que pasó hoy, por fin conseguí un trabajo, Juan me ha dicho que necesita un mecánico y como sabe que yo estoy a punto de terminar la carrera me ha pedido que le ayude.
– Qué bueno hijo –exclamó doña Gertrudis.
– ¡Tú no vas a trabajar ahí! –interrumpió abruptamente Carmen, ante el desconcierto de José Juan.
– Y a ti qué te pasa.
– Mamá, por favor, prohíbele que trabaje con ese hombre.
– Hija, no puedo hacer eso, es un trabajo y bien sabes que sería un ingreso extra para la casa.
– Además Carmen, a ti en que te afecta que trabaje con Juan, pareciera que lo conoces, porque hablas de él como si ya antes lo habías visto.
– No digas tonterías José Juan y ya te he dicho, ¡Tú no vas a trabajar con ese hombre!
– ¡A mí no me vas a decir que tenga que hacer o no!, yo voy a trabajar con Juan y está decidido, sólo vine a decirle a mamá.
– Hijos, por favor no peleen.
– Pues Carmen que se mete en lo que no le importa.
– Si me importa porque… –Carmen estaba a punto de decirle la verdad a su hijo.
– ¡Carmen, calla por favor!
– ¿Qué tiene que callar mamá? –preguntó un ya desconcertado joven.
– Nada hijo, nada, ya sabes cómo es tu hermana –decía doña Gertrudis para calmar a Carmen quien dio la espalda a los presentes para morderse los labios y evitar que la verdad fuera descubierta –¿y cuándo comienzas?
– Mañana mismo mamá, después de llegar de la escuela me voy al taller mecánico –contestó ya más calmado José Juan.
– Bien, bien, te haré el lonche y ahora ve a lavarte las manos y hablarle a los demás para que vengan a comer.
– Si mamá –dijo José Juan pero sin dejar de ver a Carmen quien en silencio derramaba unas lágrimas.
La comida pasó con sabor amargo, ya que la tensión que había entre Carmen y José Juan por la discusión. Terminó la comida, José Juan se levantó de la mesa y se dirigió a su cuarto, lo siguió Romeo y Antonio.
– Tío dijiste que nos ibas a ayudar con la tarea.
– Que los ayude Luciana, no me siento bien.
– Pero tío...
– Está bien, está bien, síganme a mi cuarto –dijo con enfado el hijo menor de los Rivera, pero pronto se le pasó, ya que quería mucho a sus sobrinos.
– Mamá tienes que decirle que no a José Juan.
– ¿Pero por qué hija, cuál es tu problema?
– Ay mamá no sé cómo decírtelo, pero debes de saberlo.
– Hija, me estás comenzando a asustar.
– Mamá Juan es el padre de José Juan –dijo Carmen entre sollozos, doña Gertrudis dejó caer los platos que sostenía al escuchar la revelación de su hija.
– ¡Qué pasa mamá! –llegó corriendo Marcela al escuchar el estruendo de los platos.
– Le he dicho que Juan es el padre de José Juan.
– Sabía que era algo así, tu reacción desde la quinceañera de Natalia, pero…
– ¿Qué pasó? –interrumpió José Juan quien venía con los niños bajando de su recámara.
– Nada, nada, se me cayeron los platos.
– Y por qué no lo ayudaste Carmen –preguntó José Juan regañando a la hermana mayor.
– No fue nada José Juan, se me resbaló nada más, ve a seguir ayudando a los niños en sus tareas por favor –respondió doña Gertrudis aún muy nerviosa.
– ¿Te sientes bien mamá?
– Sí, estoy bien, sólo que es la impresión, necesito sentarme un momento –doña Gertrudis se tocó el pecho lo que hizo que las hijas se preocuparan.
– ¡Carmen, cómo se te ocurre decirle eso a mamá sabiendo cómo está!
– Perdóname mamá pero no podía callarlo.
– Pero… cómo… cómo te diste cuenta –decía la matrona mientras respiraba agitadamente.
– Ese día en la quinceañera, al ver su cara, de pronto vinieron a mi mente todos los recuerdos de la juventud, Yadira, Paola, Leticia, todos los recuerdos se galoparon de pronto en mi mente y fue la razón por la que me desmayé.
– ¿Estás segura que es el mismo tipo? –preguntó Marcela.
– Si, su cara, aunque lo que aún no me concuerda es su nombre, en la fiesta me lo presentó como Juan, pero aquél desgraciado se llamaba Javier.
– ¿Y si no es la misma persona hija?
– Si lo es mamá, a pesar de los años, nunca he podido olvidar esa cara.
El día pasó sin más aspavientos, doña Gertrudis logró ser calmada con medicamento, se fue a recostar y las hermanas se quedaron platicando.
– Many, le dirás la verdad a José Juan.
– Sólo cuando sea necesario, ahora no.
– Pero él debe saber la verdad.
– No, ¿Por qué destruir su mundo?, él ha sido feliz todos estos años en los cuales ha creído que nuestros papás son también los suyos.
– Eso sí, ellos lo han querido como un hijo más.
– Además es algo que le prometí a papá antes de morir y no pienso romper esa promesa.
– Está bien many, lo comprendo.
–Bueno mamá, ya me voy al trabajo –dijo José Juan al día siguiente, llegaba de la escuela y sólo tomó un ligero refrigerio, recogió el lonche que le preparó doña Gertrudis y estaba por salir de la casona cuando fue detenido por la matrona.
– Hijo, espera un poco, solo un poco.
– ¿Qué pasa mamá?
– Hijo sé que no es la forma en la que te lo pida pero por favor, no vayas a trabajar con ese hombre.
– Ya te convenció Carmen.
– No hijo, no es eso, simplemente que no creo que es tiempo que aún trabajes y más en un taller mecánico.
– Mira mamá, nunca he ido en contra de lo que me dices, siempre los obedecí a papá y a ti, pero no me vas a quitar esta oportunidad, no ahora, así que no me importa lo que digan tu y mis hermanas.
– Pero hijo…
– Ya mamá por favor –interrumpió José Juan y salió de la casa rumbo al taller.
jueves, 30 de agosto de 2012
Guanajuato, México. Capítulo 19. Desde las entrañas.
Los días comenzaron a pasar; la fiesta había sido todo un éxito y Natalia estaba más que feliz, comenzaba a sentirse atraída hacía Gerardo y recíprocamente él le seguía demostrando lo que estaba naciendo en su ser. Sin embargo Carmen seguía extraña, Marcela había tratado de saber la verdad pero nada había conseguido.
– Hija, podemos hablar.
– Si mamá
– Tanto Marcela como yo te hemos notado extraña, últimamente cambias rápido de humor y regañas seguido a los niños, acaso estás molesta por la quinceañera.
– No mamá como crees –Carmen suspiró – a ti no te puedo mentir, en la quinceañera vi a alguien, alguien que nunca pensé volver a ver, y justo ahora.
– Quién es ese alguien hija, me asustas.
– El papá de Juan José.
– ¡QUÉ DICES!
– ¡Si mamá, el padre de Juan José!
– ¡Juan José sólo tuvo un padre y ese fue Julio, tú bien lo sabes!
– ¡No mamá, ya no puedo callar, bien sabes que José Juan no es tu hijo! –gritó Carmen y las dos comenzaron a recordar de nuevo…
… Habían pasado semanas desde aquella fatídica situación desde que Carmen y su papá habían peleado, don Julio aún no perdonaba lo que le había ocurrido a su hija adorada, se sentía defraudado aún y cuando Carmen no había tenido la menor de las culpas por lo ocurrido, sin embargo, la situación se empeoraba.
– Many, te noto más flaca, demacrada.
– ¿Se te hace?
– Si, además no te he visto comer lo suficiente.
– Y cómo quieres que coma cuando sabes lo lastimada que estoy.
– Lo sé, pero debes hacerte la fuerte.
– ¡Marcela, por favor, déjame sola!
– Está bien –dijo la hermana menor y se retiró de la habitación de Carmen.
Pasaron los días y una mañana, mientras desayunaban, Carmen se sintió mal de pronto y corrió al baño a devolver la comida, este fue el detonante para Marcela y doña Gertrudis quienes aterradas se miraron entre sí.
– ¿Qué tiene Carmen? –preguntó don Julio.
– Nnada, nada, se siente mal, ha de estar resfriada –contestó muy nerviosa la señora mientras con un ademán mandaba a Marcela a que viera a su hermana mayor.
– Many… ¿vomitaste?
– Si, many, creo que mis sospechas son ciertas.
– Cállate, no se debe enterar papá, aún no digiere lo de la violación y decirle que estás embarazada sería perjudicial para ti.
– Por qué me está pasando esto, porque me pasa esto a mí –se lamentaba Carmen con los ojos llenos de lágrimas.
– Ya Carmen, por favor –insistía Marcela tratando de calmar a su hermana, don julio podría darse cuenta de la situación –sécate las lágrimas y volvamos a la mesa.
– ¡Tenemos que ir con el médico Carmen, hay que confirmar!
– ¡No mamá, no quiero que nadie se entere de lo que me pasó!
– Pero estas embarazada y es necesario confirmarlo.
– ¡NO, Ya les he dicho que no!
– Iremos aunque no quieras –sentenció la mamá de la joven.
–Bien, ya tengo los resultados –dijo el doctor días después, habían acudido a realizarse el examen a pesar de la renuencia de la joven, sin embargo, su madre la había obligado, para también ir viendo cómo se lo dirían a don Julio en dado caso que resultara cierto –y quiero felicitarlas pero a la vez preguntarles, ¿por qué embarazarse tan joven señorita?
– No doctor, no me puede decir esto –al escuchar las palabras de galeno, la pobre jovencita sintió como su estómago ardía y su alma se hacía añicos, iba a tener un hijo.
– ¿Pasa algo Carmen, acaso ese hijo no es planeado?
– No doctor, no fue planeado.
– No las juzgaré, no soy quién, sin embargo es necesario que empecemos con los cuidados y los tratamientos que debe llevar.
– ¡NO DOCTOR, NO PIENSO TENER ESTE HIJO! –interrumpió de pronto Carmen, sabía que su mundo se iba a derrumbar al saber que un ser nacía en su seno.
– ¡Hija por favor!
– Carmen, no sé qué es lo que haya ocurrido pero debes saber que si no quieres al niño, puedes darlo en adopción.
– Me quiero ir mamá, ¿nos podemos ir?
– Si hija, gracias doctor, la traeré de nueva cuenta el próximo mes.
– Espere, le daré una receta para el medicamento que debe tomar.
Carmen y Gertrudis llegaron a casa, durante el trayecto, la joven no paraba de llorar, aunque era un llanto callado, sólo sus lágrimas recorrían sus mejillas y doña Gertrudis la miraba.
– ¿Qué pasó mamá?
– Pues… si lo está.
– ¡Y qué vamos a hacer!
– Hay que decírselo a tu papá.
– ¡NO! –gritó Carmen.
– Lo tiene que saber Carmen, y ya decidiremos si lo que dijo el doctor es lo mejor para ese niño.
– Ya les dije que ¡no lo pienso tener!
– ¡Ya cállate! –dijo doña Gertrudis y de pronto le soltó una cachetada –No quiero que vuelvas a decir eso, si es necesario tu padre y yo nos quedaremos con ese niño, pero no quiero volver a oírte decir semejante barbaridad.
– ¡Mamá! –exclamó Carmen tocándose la mejilla, había recibido un golpe que le había dolido hasta el corazón, sobre todo porque su mamá nunca le había pegado.
– ¡Perdóname hija, pero debes entender! –respondió doña Gertrudis y trató de abrazarla pero Carmen la detuvo y subió corriendo las escaleras directo a su habitación.
– ¡Carmen!
– Déjala mamá, es mejor por el momento, ahora hay que ver cómo se lo diremos a papá.
– Me duele el alma de ver a mi hija así, maldita la hora en la que decidimos que se fuera en ese viaje.
Pasaron las horas y don Julio llegó a casa, ya lo esperaban las tres mujeres de la casa para revelarle lo ocurrido.
– ¿Qué pasa? –preguntó don Julio al ver las caras de sus hijas y de su esposa.
– Ven, siéntate, es importante que hablemos.
– Si es algo de lo que le pasó a Carmen, no me interesa, tenemos que dejarlo en el pasado.
– Papá, no me puedes decir eso, pasó y ha tenido consecuencias.
– ¿Consecuencias?
– Si, estos días no me he sentido bien y…
– ¿No me digas que estas embarazada? –preguntó don Julio inmediatamente.
– Cálmate Julio.
– Si verdad, es eso, estás embarazada.
– Si papá – respondió Carmen tímidamente, tenía la cabeza baja y lloraba.
– Me lleva la chingada –don Julio se paró, caminó un poco pero al momento regresó tomo la silla, la levantó y la aventó fuertemente quebrándose en la pared.
– ¡Cálmate Julio, por favor! –exclamó Gertrudis con una cara de espanto, al igual que las dos hijas que se estremecieron al ver la reacción del patriarca.
– ¿Y qué piensas hacer? –preguntó el señor.
– Aún no lo sé, yo no quiero a este niño y…
– Acaso estás pensando en…
– Si papá, aún estoy a tiempo.
– ¡Cómo te atreves a decir eso, no siquiera lo pienses!
– Pero…
– El niño vivirá con nosotros
– ¡Qué dices papá! –interrumpió Marcela.
– Si, él no tiene la culpa de lo que pasó y si es necesario que lo adoptemos tu madre y yo, lo haremos –exclamó don Julio y todas las mujeres se quedaron calladas de la impresión.
Pasaron los meses, el ser iba creciendo, supieron que era un niño, durante todo este tiempo Carmen no salió de la casa y doña Gertrudis fingió un embarazo, todo para callar los rumores de los vecinos. La señora aún era joven por lo que a nadie le pareció raro, sin embargo lo que se les hacía raro era que la mayor de los Rivera ya no se le viera. Los nueve meses se fueron tan rápido como el recuerdo de lo ocurrido, don Julio mandó a traer a una partera de fueras de la ciudad para que ayudara a Carmen a tener al niño.
– ¡Ya nació Julio!, es un niño, ¡Un niño Julio! –salió de la habitación doña Gertrudis, estaba feliz, don Julio sonrió al igual que Marcela, pasaron unos minutos y la matrona dejó entrar al señor de la casa.
Carmen durante este tiempo se había encariñado con el ser que nacía en sus entrañas, era su hijo, pero se tenía que hacer a la idea que al nacer lo tenía que dar en adopción. Aún así su amor de madre le hacía sentir cariño por el bebé. Así que al tenerlo en sus brazos lloró de alegría, alegría que pronto se vería truncada por la llegada de don Julio, quien tomó al niño entre sus brazos.
– Este será a partir de hoy un Rivera también, se llamará Juan José y tendrás que verlo como un hermano Carmen –sentenció don Julio a la joven mientras cargaba al pequeñito.
– Si papá –dijo la joven tragándose sus lágrimas y evitando llorar.
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